Literatura y Arte de la India: Rabindranath Tagore (Continuación)

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¡Que lo disfruten!

jueves, 27 de diciembre de 2012

Rabindranath Tagore (Continuación)


Publicado por: Erylid Coto


JUGUETES 

¡Qué feliz eres, niño, sentado en el polvo,
divirtiéndote toda la mañana con una ramita rota!
Sonrío al verte jugar con este trocito de madera.
Estoy ocupado haciendo cuentas,
y me paso horas y horas sumando cifras.
Tal vez me miras con el rabillo del ojo y piensas:
«¡Qué necesidad perder la tarde con un juego como ese!» 

Niño, los bastones y las tortas de barro
yano me divierten; he olvidado tu arte.
Persigo entretenimientos costosos
y amontono oro y plata.
Tú juegas con el corazón alegre con todo cuanto encuentras.
Yo dedico mis fuerzas y mi tiempo
a la conquista de cosas que nunca podré obtener.
En mi frágil esquife pretendo cruzar el mar de la ambición,
y llego a olvidar que también mi trabajo es sólo un juego.

 POEMA 62. 

Hijo mío, cuando te traigo juguetes de colores, comprendo por qué hay tantos matices en las nubes y en el agua ,
y por qué están pintadas las flores tan variadamente..., cuando te doy juguetes de colores, hijo mío.
Cuando te canto para que tú bailes, adivino por qué hay música en las hojas, y por qué entran los coros de voces de las olas
hasta el corazón absorto de la tierra..., cuando te canto para que tú bailes.
Cuando colmo de dulces tus ávidas manos, entiendo por qué hay mieles en el cáliz de la flor, y por qué los frutos se cargan secretamente, de ricos jugos..., cuando colmo de dulces tus ávidas manos.
Cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír, sé bien cuál es la alegría que mana del cielo en la luz del amanecer,
y el deleite que traen a mi cuerpo las brisas del verano..., cuando beso tu cara, amor mío, para hacerte sonreír. 

 LAS FLORES DE LA PRIMAVERA SALEN 

Las flores de la primavera salen,
como el apasionado dolor del amor no dicho;
y con su aliento, vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas.
Mi corazón, de improviso, se ha vestido de hojas verdes de deseo.
No vino mi amor, pero su contacto está en mi cuerpo
y su voz me llega a través de los campos fragantes.
Su mirar está en la triste profundidad del cielo, pero
¿dónde están sus ojos? Sus besos zigzaguean por el aire,
pero sus labios, ¿dónde están? 

 ME PARECE AMOR MÍO

Me parece, amor mío, que antes de rayar el día de la vida
tú estabas en pie bajo una cascada de felices sueños,
llenando con su líquida turbulencia tu sangre.
O, tal vez, tu senda iba por el jardín de los dioses,
y la alegre multitud de los jazmines, los lirios y las adelfas
caía en tus brazos a montones y, entrándose en tu corazón,
se hacía algarada allí.
Tu risa es una canción, cuyas palabras se ahogan
en el gritar de las melodías; un rapto del olor de unas flores
no vistas; es como la luz de la luna que rompiera a través
de la ventana de tus labios, cuando la luna está escondiéndose
en tu corazón. No quiero más razones; olvido el motivo.
Solo sé que tu risa es el tumulto de la vida en rebelión. 

 NO PUEDO OFRECERTE UNA SOLA FLOR

No puedo ofrecerte una sola flor
de todo el tesoro de la primavera,
ni una sola luz de estas nubes de oro.
Pero abre tus puertas y mira; y coge,
entre la flor de tu jardín,
el recuerdo oloroso de las flores
que hace cien años murieron. 

¡Y ojalá puedas sentir en la alegría de tu corazón
la alegría viva que esta mañana de abril te mando,
a través de cien años, cantando dichosa! 

POEMA PÁJAROS PERDIDOS
1
Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan,
y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar,
aletean y caen en ella, en un suspiro. 

2
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras! 

3
Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de
infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un
beso de lo eterno. 

4
Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor
su sonrisa. 

5
El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita;
y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va
volando… 

6
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán
ver las estrellas. 

7
En tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea
tu canción y tu fuga.
¿No quieres tú cargarte con la coja? 

8
Tu cara anhelante persigue mis sueños como la lluvia por
la noche. 

9
Una vez, soñamos los dos que no nos conocíamos. Y nos
conocíamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos
amábamos. 

10
Como el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena,
callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón. 

11
No sé qué dedos invisibles sacan de mi corazón, como una
brisa ociosa, la música de las ondas. 

12
-Mar, ¿qué estás hablando?
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio. 

13
¡Oye, corazón mío, los suspiros del mundo, que está
queriendo amarte! 

14
El misterio de la vida es tan grande como la sombra en
la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del
amanecer. 

15
No te dejes tu amor sobre el precipicio. 

16
Me he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el
mundo. Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y
se va. 

17
Menudos pensamientos míos, ¡con qué rumor de hojas
suspiráis vuestra alegría en mi imaginación! 

18
Tú no ves lo que eres, sino su sombra. 

19
¡Qué necios estos deseos míos, Señor, que están turbando
con sus gritos sus canciones! ¡Haz Tú que solo sepa yo
escuchar! 

20
No soy yo quien escoge lo mejor, que ello me escoge a mí. 

21
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
¿por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas? 

22
Sé que esta vida, aunque no madure el amor, no está perdida del todo. 

23
¡No sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso! 

 PARA QUE YO NO TE CONOZCA TAN PRONTO

Para que yo no te conozca tan pronto, juegas conmigo.
Me ciegas con tus repentinas risas para que no te vea tus lágrimas…
Conozco, conozco tu arte. ¡Nunca dices lo que quieres decir! 

Por miedo a que yo no te tenga en lo que vales,
me evitas de mil modos. Te apartas de la multitud
para que yo no te confunda con ella… Conozco, conozco tu arte.
¡Nunca vas por donde quisieras ir! 

Como puedes más que nadie sobre mí, te callas. Me dejas
mis regalos con descuido juguetón… Conozco, conozco tu arte.
¡Nunca aceptas lo que quisieras aceptar! 

RAMILLETE
(Del poeta bengalí Satyendranaz Dayta) 

Mis flores eran como leche, miel y vino.
Las até con una cinta dorada, en ramillete,
pero burlaron mi cuidado vijilante y huyeron lejos;
y solo me queda la cinta.
Mis canciones eran como leche, miel y vino.
Estaban presas en el ritmo de mi corazón palpitante,
pero tendieron sus alas y huyeron lejos, ¡tesoros de mis horas ociosas!,
y mi corazón late en silencio.
La hermosa que amé era como leche, miel y vino.
Sus labios, como el rosa del alba; sus ojos, negros como abeja.
Yo callaba mi corazón, no fuera a asustarla, pero ella se fue,
como mis flores y mis canciones; y me ha dejado mi amor solo. 

 SI ACASO PIENSAS EN MI

Si acaso piensas en mí, te cantaré cuando el anochecer lluvioso
suelta sus sombras por el río, arrastrando, lento, su luz vaga hacia el ocaso;
cuando lo que queda del día es ya demasiado poco para trabajar o jugar.
Te sentarás sola en el balcón que da al Sur, y yo me pondré a cantarte
en el cuarto oscuro. El olor de las hojas mojadas entrará por la ventana,
en el crepúsculo creciente, y los vientos tormentosos
clamorearán en los cocoteros.
Traerán la lámpara encendida al cuarto, y entonces me iré yo. Y tú, quizá, entonces, escucharás la noche, y oirás mi canción cuando esté yo callado. 

 TE COJO LAS MANOS

Te cojo las manos, y mi corazón, buscándote a ti,
que siempre me eludes tras palabras y silencios,
se hunde en la oscuridad de tus ojos.
Sin embargo, sé que debo estar contento en este amor,
con lo que viene a rachas y huye, porque nos hemos encontrado
por un momento en la encrucijada de los caminos.
¿Soy yo tan poderoso que pueda llevarte a través de este
enjambre de mundos, por este laberinto de veredas?
¿Tengo yo alimento para sostenerte por el oscuro pasaje bostezante,
de arcos de muerte?


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